“los analfabetos del siglo XXI no serán aquellos que no sepan leer o escribir, sino aquellos que no puedan aprender, desaprender y reaprender”. Alvin Toffler.

Nada mejor que el fin de año para analizar que estamos viviendo en una era de constante innovación, en la que las empresas deben trazarse expectativas más altas para sobrevivir, en donde la educación y la tecnología poseen una importancia fundamental en los procesos de mejora continua de las personas. Lo de hoy es reinventarse, y eso implica mejorar los procesos, los servicios y los productos, pero también desarrollar una habilidad especial para gestionar los cambios y lograr la transformación.

Innovar es el día a día y es absolutamente necesario para todos los sectores, empresarios grandes o pequeños, públicos o privados, emprendedores y trabajadores que conviven en tiempos de la postcomunicación, de cambios acelerados que exigen el entendimiento de una nueva cultura basada en el exceso de datos de que dispone el hombre, no siempre útiles para informarse, por lo que debemos permanecer alertas.

Y es que, innovar exige nuevos aprendizajes que requieren primero de desaprender. Porque, es un hecho que lo que hicimos ayer para ser exitosos, difícilmente funcione hoy y mucho menos mañana. ¡Todo cambia! Por ello, innovar no solo es introducir novedades, también es modificar lo que ya existe.

En mi reflexión, lo más importante es mirar en retrospectiva y analizar cuáles fueron nuestros aciertos y desaciertos en todos los aspectos de la vida: emocionales, laborales, empresariales y personales. A partir de allí, delineemos las nuevas propuestas, sin importar que el camino sea desaprender y reaprender, para no concluir un año más con tan solo una lista de anhelos no concretados y para que las promesas no se disipen en el camino.

La constancia será nuestra aliada, una meta al día, luego por tres días y después por una semana hasta que formemos el hábito. De allí en adelante nuestra técnica de supervivencia debe ser innovar, innovar e innovar.

Feliz Navidad a todos nuestros lectores, reciban un año lleno de bendición y, como buenos hijos de Dios, que la Navidad los motive a mantener un renacer de fuerzas constante y a construir un mundo mejor y más feliz.

¡Felices fiestas y un próspero Año Nuevo!

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